Para muchas personas que terminan sus estudios en Derecho, ADE o Económicas, la consultoría parece un paso natural. Tiene prestigio, suena dinámico y se asocia con desarrollo profesional. Pero justo cuando toca decidir, llega la primera gran duda: ¿entro en una Big Four o en una firma más pequeña, más especializada?
La pregunta no es trivial. Marca mucho más que un primer empleo. Para bien o para mal, condiciona el tipo de carrera que vas a tener, el ritmo de vida que llevarás los próximos años y hasta la relación que construyas con el trabajo.
¿Qué diferencia a una Big Four de una boutique?
Vamos a ser claros. Una Big Four (Deloitte, PwC, EY, KPMG) no es solo una gran empresa. Es un engranaje global que funciona con procedimientos definidos, métricas, jerarquías claras y una rotación constante de talento. Entrar ahí te coloca en una de las mayores plataformas de servicios profesionales del mundo.
Aunque también hay un pero, y es que esa misma estructura implica algo que a muchos preocupa: que tú, como junior, seas un número más. Un eslabón en una cadena. Es común oír, “Aprendes mucho, pero no te ven”.
En cambio, en una consultora boutique, el volumen es menor, pero las caras son más visibles. La interacción con clientes y con socios es directa. El equipo es más pequeño, pero sin embargo tu impacto suele notarse más. Claro, esto también significa menos estructura, más ambigüedad, y que en muchas ocasiones hay que aprender por uno mismo.
¿Qué valoran los que dudan entre ambos modelos?
Quienes comparan estas salidas suelen hacerse preguntas muy concretas. Estas son las más frecuentes:
- ¿Voy a tener visibilidad real o pasaré años ejecutando sin aportar ideas?
- ¿Hasta qué punto podré conciliar vida personal con este ritmo?
- ¿Tengo más oportunidades de crecer en una firma grande o en una boutique?
- ¿Qué pasa si me equivoco y luego quiero cambiar de tipo de firma?
- ¿Me voy a quemar si trabajo en una Big Four?
Todas son válidas, y ninguna tiene una respuesta universal. Depende del sector, de tu carácter y de tus expectativas. Pero hay matices que conviene entender.
¿Qué ofrece una Consultoría Big Four?
Ventajas, tiene muchas. Trabajar en una Big Four significa enfrentarte a proyectos grandes, con clientes de primer nivel, y con acceso a recursos y formación muy potentes. Las metodologías están testadas, y las oportunidades internas (nacionales e internacionales) suelen ser reales.
También es una gran escuela. Muchos profesionales que hoy ocupan puestos directivos pasaron por una Big Four en sus primeros años. Se aprende rápido, se exige mucho y se valora haber “superado la criba”.
Ahora bien, no es para todos. El ritmo es alto, los horarios extensos, y las promociones internas suelen estar muy marcadas por el número de años, por el encaje con la cultura corporativa y, en ocasiones, por el propio azar. El camino hasta ser socio director, por ejemplo, está bien definido… pero es largo y competitivo.
¿Y las consultoras boutique?
Aquí el escenario cambia. Las consultoras boutique son mucho más ágiles. El equipo suele estar liderado por profesionales con experiencia en grandes firmas, a menudo antiguos socios directores, que decidieron montar algo más enfocado, más personal.
Si te atrae un entorno donde puedas asumir responsabilidades pronto, opinar sin esperar cinco años o participar en decisiones clave, este modelo puede encajar mejor contigo. Pero también implica renunciar, al menos al principio, a algunos lujos de estructura y visibilidad.
Además, en boutiques el crecimiento es menos lineal. No hay un plan de carrera “marcado”, pero sí más espacio para moldearlo tú mismo, lo que para algunos es una ventaja… y para otros, una fuente de ansiedad.
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¿Y qué se valora más en el mercado?
Hoy, lo que marca la diferencia no es solo la firma donde empezaste, sino más bien cómo trabajas, qué aportas y cómo te adaptas. La demanda de servicios en consultoría no para de crecer, especialmente en áreas como sostenibilidad, compliance, transformación digital o fiscalidad internacional.
El mercado busca perfiles, sobre todo, que entiendan el negocio y que sepan traducir un problema en una solución útil. Que sepan presentar o conectar con el cliente, además del Excel. Y eso se puede aprender en cualquier sitio, si se tiene la actitud adecuada.
¿Entonces, cuál elijo?
La respuesta, en el fondo, es ciertamente menos profesional y más personal. Si necesitas orden, procesos definidos y un camino claro, probablemente una Big Four te dé ese marco. Si prefieres cercanía, flexibilidad y participar más directamente, una boutique puede ofrecerte un crecimiento más orgánico.
Lo ideal es que te informes bien. Una forma puede ser buscar opiniones reales y preguntar por el día a día, ya que lo que en el papel parece ideal, en la práctica puede no encajar con tu forma de trabajar.
Y un consejo final: no es una decisión irreversible
Pasa más de lo que crees: profesionales que empiezan en una Big Four y acaban en una boutique… o al revés. Lo importante no es solo dónde empieces, sino qué aprendes, cómo creces y qué red construyes. La marca ayuda, sí. Pero tu carrera la defines tú.
Así que no hay que tener miedo a equivocarse. El sector está en expansión, y cada vez hay más caminos para aportar, para especializarte y, si lo quieres, para acabar liderando tu propio equipo. O tu firma.
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