Si vemos cualquier noticiario en la televisión o en la prensa escrita, estaremos bastante informados sobre el reciente escándalo del fraude de las tarjetas opacas de Caja Madrid. Pero… ¿qué ha pasado en realidad? ¿cómo se ha llegado a destapar este fraude?
Básicamente, el funcionamiento del fraude es muy claro: una serie de consejeros de la ya desaparecida Caja Madrid (actual Bankia) estuvieron pagando gastos personales con tarjetas de “crédito fantasmas”, “black” u “opacas”, es decir, con tarjetas que no se llegaron a declarar.
Los pagos de estos gastos se desarrollaron entre 2003 y 2012, llegando a financiar con dinero público un importe de 15,5 millones de euros en comida y viajes privados, operaciones que se apuntaban “a mano” y se cargaban en cuentas cuyo destino principal era “error del servidor informático”.
Nombres tan conocidos como Miguel Blesa, Rodrigo Rato y consejeros de varios partidos políticos de distinta índole (aunque la mayor parte de ellos eran del PP, seguidos por consejeros del PSOE y de IU) e incluso, de varios sindicatos han estado utilizando durante casi nueve años “tarjetas b” para pagar lujos como viajes, comidas y compras en grandes almacenes; gastos que evidentemente son completamente innecesarios y nada tienen que ver con los gastos habituales de una entidad bancaria como era Caja Madrid.
¿Cómo fue posible esta estafa?
Se crearon varias cuentas bancarias para afrontar gastos referentes a problemas y desajustes técnicos cuya finalidad real era bien distinta: en estas cuentas se acabaron cargando gastos de tarjetas oro que utilizaban los altos directivos de la entidad y tarjetas plata que utilizaban miembros del Consejo de Administración y de la comisión de control de Caja Madrid.
De hecho, parece ser que el exdirector financiero Sánchez Barcoj cargó en su tarjeta, gastos por un importe de 484.200 euros, cargos que eran apuntados a mano por sus secretarias y que hacían llegar posteriormente al departamento de tarjetas de la entidad.
Todas estas “tarjetas b” fueron emitidas a nombre de la entidad y justificaban los gastos como “gastos de órganos de gobierno” y “tratamiento administrativo circular 50/99” según si eran cometidos por consejeros o altos cargos. De este modo, bajo estos epígrafes poco claros (utilizados incorrectamente, claro está), se camuflaban las operaciones en los registros oficiales.
Para más inri, un tercio del importe total de estos gastos injustificados se corresponden con retiradas de dinero en efectivo e, incluso, se calcula que unos 20 altos cargos siguieron utilizando estas tarjetas cuando Caja Madrid ya formaba parte de Bankia (recordemos que fue una entidad rescatada con el dinero de los españoles): Rodrigo Rato llegó a hacer operaciones con su tarjeta por un importe de 99.036 euros, importe bastante inferior al de Miguel Blesa que ascendió a unos 436.700 euros.
Ante tal escándalo, el Partido Popular se ha visto obligado a abrir una investigación para esclarecer todo lo sucedido y el PSOE ha enviado un burofax notificando el expediente disciplinario a 15 de sus miembros implicados. Habrá que ver cómo se resuelve esta estafa, pero todo apunta a que estamos ante la punta de un iceberg que puede salpicar a más políticos y consejeros conocidos en nuestro país.
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